miércoles, 23 de septiembre de 2015

MICROS PARA RELATOS EN CADENA 2015-2016 (SEMANA 3)

Microrrelatos presentados a la IX Edición de Relatos en Cadena del programa La Ventana de la Cadena SER y la Escuela de Escritores.

Frase de esta semana: ¡Cuánta fuerza y qué poca puntería!




GUILLERMO

“¡Cuánta fuerza y qué poca puntería!” pensó el gobernador de Altdorf cuando la flecha destinada a la manzana erró el objetivo. Sin embargo, no se percató de que, en esta versión del cuento, su final triste iba a precipitarse con igual falta de tino.


ABISMOS DE COMPRENSIÓN

—¡Cuánta fuerza y qué poca puntería! —le recriminó el oficial al nuevo cañonero—. ¡No ha dado usted ni una en el blanco!
—Disculpe, no sabía que tuviera que impactar en el barco —respondió el muchacho, mientras se marchitaba la sonrisa de su rostro.
—¿Y qué creía, entonces?
—Creía que era un juego para salpicar agua hasta rozar el cielo.
—Retírese, soldado Lope de Vega, me parece que no está usted hecho para la guerra.



VIVIR OTRO DÍA 
“¡Cuánta fuerza y qué poca puntería!” pensó, una vez más y ya iban unas cuantas, el joven Rogelio. Aquel duelo a primera luz, tras la noche de verbena, estaba tornando su ánimo entusiasta en una ristra desparejada de bostezos. Y es que el espectáculo no era para menos. Dos duelistas, con una cogorza de aúpa, descerrajando tiros sin que se vislumbrase acierto. Rogelio se animó al ver que uno de ellos salía del sopor y su mirada errática se afianzaba, posándose sobre su adversario. Tras un respingo, el contendiente guardó su pistola y emprendió la huida entre suspiros contrariados.

 
LA GOTA EN EL VASO LLENO

“¡Cuánta fuerza y qué poca puntería!” había tenido que escuchar infinidad de veces. Burlas de los otros miembros del equipo de fútbol americano. Sin embargo, en aquel nuevo curso, lo escuchó con un retintín que no dejaba lugar a dudas. Monique había hablado más de la cuenta sobre aquel revolcón torpe en el parque. Al día siguiente, con una sonrisa ladeada, se dispuso a mostrarles que estaban equivocados, que había algo en que sí tenía puntería. Abrió la puerta del aula con un puntapié y no tardó en escuchar los primeros gritos.




jueves, 10 de septiembre de 2015

MICROS PARA RELATOS EN CADENA 2015-2016 (SEMANA 1)


Ya está de regreso Relatos en Cadena, ni más ni menos que con su novena edición.
Como sabéis tuve la suerte de quedar ganador en la última semana de la anterior edición, circunstancia que, además de ser algo fantástico, como supondréis ha redoblado mis ánimos en este segundo año en el que pretendo participar con asiduidad. El año pasado se me escaparon no más de cinco o seis semanas sin participar, a ver si este año pueden ser todavía menos.

¿Objetivos? Con repetir un ganador semanal ya seré el tipo más feliz del mundo.

Sin más cháchara os dejo con los cuatro microrrelatos presentados a la IX Edición de Relatos en Cadena del programa La Ventana de la Cadena SER y la Escuela de Escritores.

Frase de esta semana: Al abrir el contenedor, se dio cuenta de que estaba empezando a olvidar el nombre de las cosas.







LA ILUSIÓN DE LAS PALABRAS

Al abrir el contenedor, se dio cuenta de que estaba empezando a olvidar el nombre de las cosas. Las letras eran un revoltillo en su cabeza intentando nombrar a aquella verdura alargada y naranja que hacía girar entre sus manos callosas. Para mitigar el desespero que le producía la situación, se imaginó que los olvidos se tornaban confusiones y que, al día siguiente, saldría sonriente de la chabola proclamando que se iba a hacer la ronda de restaurantes.



¡JEFA, FUEGO!

Al abrir el contenedor, se dio cuenta de que estaba empezando a olvidar el nombre de las cosas que contenían la letra F. Así que no encontró la palabra para decir que algo iba mal a su -vaya, ahora la letra J- a esa persona de autoridad que le mandaba y que en esos momentos le miraba, irritada, ante sus aspavientos sin sentido. Detrás de ella explotó un ordenador en la sala de control y había lenguas ardientes pero de nuevo la letra F se interponía entre él y el grito que quería salir de su garganta. Adiós también a la O para dar la alarma de “¡cera, ruega!” mientras huía de aquel desastre de prueba.



ELLA

Al abrir el contenedor, se dio cuenta de que estaba empezando a olvidar el nombre de las cosas que guardaba en su interior, los recuerdos de su vida. Los sostuvo delante de sus ojos cansados, uno a uno, hasta que las manos le temblaron y las lágrimas silenciosas de la pérdida resbalaron por sus arrugas. Cuando el disgusto se tornó sopor, buscó en sus sueños a la chica de la foto para pedirle perdón. Muchos años atrás, en la séptima fila de un cine de verano, un chico atolondrado y tímido le había prometido que jamás la olvidaría.



NOMBRÍVORA

Al abrir el contenedor, se dio cuenta de que estaba empezando a olvidar el nombre de las cosas. Sin embargo, prefirió no decírselo al resto de la tripulación. Con el paso de los días se demostró que no era el único que se sentía atraído por aquel vegetal mustio que habían recogido en la misión Sirius; las conversaciones largas e instruidas se habían convertido en silencios y gruñidos para encubrir la evidencia que todos compartían pero nadie confesaba. Mientras, la planta cada día tenía mejor color y crecía adueñándose de los rincones del habitáculo.